Nada mejor que bailandar dando vueltas por una calle desierta, sudar e incluso atreverme a ir descalza como si estuviera en el Barrio Abajo de mi ascendencia y mojarme un poco con agua para no tener un golpe de calor porque sí, en estas tierras el sol pega sin piedad... pero no estaba preparado para una colombiana, que aunque lleve más de 12 años sin vivir en su tierra y más de 3 años sin visitarla, no sin echar de menos esa visión de una infancia utópica en las necesidades, sigue teniendo el ritmo en las venas y más si se trata de salsa.
Mi familia es más de cumbia y vallenato como buenos costeños puros pero ay, la salsa... esos compases al ritmo de congas, piano, trompetas, a veces violines, cómo olvidar el contrabajo -corazón que con sus latinos lleva el ritmo de la canción-, guitarra y cómo olvidar la flauta travesera, timbales... así hasta formar una armonía que empieza en tus oídos y por medio de notas sanguíneas se apodera del ritmo de tu cuerpo llegando a tu corazón materializado en tus incontrolables pies.
Creo que estoy al punto... al punto entre la alucinación musical y el mareo por el sol y el hambre pero ay, me embarga... ahora mi cabeza suena en las maracas, en la voz de Lavoe, en las sentidas letras de Blades, en los llantos afrocolombianos de Joe Arroyo, Óscar de León y su sensitivo repaso por las frutas tropicales y los labios de mujer o su "llorarás"... ah, y cómo olvidarme del Cheche Mendoza y sus satélites... ¡ay, qué sensación!
3 comentarios:
Grandísimo, Rubén Blades.
Y TANTO... no sólo como cantante sino también como activista político... dicen que su obra prima es "Pedro Navaja" pero nada como "Tiburón"
tuve la oportunidad de disfrutarlo en 2008... y sólo he de decir que disfruté como la niña que era entonces ^^
Publicar un comentario