"¡Puede ser, puede ser! ¡Pero también podría no ser!"

Interrupted-Lambchop

"El lenguaje no es más que la representación de las palabras; la naturaleza no es más que la representación de los seres; la necesidad no es más que la representación de la necesidad. El fin del pensamiento clásico -de esta episteme que ha hecho posible la gramática general, la historia natural y la ciencia de las riquezas- coincidirá con la retirada de la representación o, más bien, con la liberación, por lo que respecta a la representación, del lenguaje, de lo vivo y de la necesidad. El espíritu oscuro pero obstinado de un pueblo que habla, la violencia y el esfuerzo incesante de la vida, la fuerza sorda de las necesidades escapan al modo de ser de la representación. Y ésta será duplicada, limitada, bordeada, quizá mistificada, y en todo caso regida desde el exterior por el enorme empuje de una libertad, de un deseo o de una voluntad que se dan como envés metafísico de la conciencia. Algo así como un querer o una fuerza va a surgir en la experiencia moderna -constituyéndola quizá, señalando en todo caso que la época clásica se termina y con ella el reinado del discurso representativo, la dinastía de una representación que se significa a sí misma y enuncia en la serie de sus palabras el orden dormido de las cosas."

Las palabras y las cosas

¿Hasta dónde llega la fuerza de lo soñado desde el prisma de lo imposible? 

Personas que mueren precozmente por ideales e ideales que mueren por personas no muertas precozmente a las que el poder clasifica en la categoría de "tiranos que un día tuvieron unas ideas y algo llamado corazón"...

Cada vez más se sienten leyendas lejanas de niños en las piernas de su abuelo... pero no es la práctica y el efecto corrosivo del poder lo que echan a perder las visiones sino lo destructivo de cada uno de nosotros que sale cuando tiene la autoridad para hacerlo.

Los políticos -por poner un ejemplo- son como los pañales... o se retiran en su debido momento o después de mucho tiempo se les acumula la mierda.

Que lo imposible ayude a que lo útopico se dé un golpe con la realidad sin evitarle seguir soñando pero, eso sí, no terminemos como el señor Kohlhaas.