jueves, 13 de octubre de 2011

Enlázate. 
Entre las piedras 
sobrecogidas 
con las olas
inhibidas
de tu hálito siniestro.

Engúlleme.
Para proclamar
la dinastía
del vaivén de las algas
y el ruido que ensordaba
tu pelo recluido
entre danza de albas
humeantes entre ríos
del infinito aedo.

La inarmonía se alza
con palabras estruendosas
y atándome
me lleva 
al aliento cálido-lívido, 
retumbante
entre la selva
de este incomprendido
sino.


Roza la pupila
desentrañando acacias
con un vaho extenuado
entre los labios
untados
de su firme sinfonía,
de tus suaves-dulces manos.

Derrota
con tus ínsulas ardientes
el respirar del afán
que se mece
entre mis dientes
bravíos, húmedos
diligentes
que aullan, gritan,
aruñan y sienten
¡Ay...cómo sienten!

Así fue
como surgió de mí la bruma,
que zancajeaba
entre mis sienes
con derroches
de locuras,
ímpetu de vergüenzas
-aullantes de la luna-
y amantes de doncellas
que con fuerza doliente,
mimaron mi haz oscura.

Enlázate,
derrota,
inarmoniza,
engúlleme,
grita,
aruña,
pero si te vas...
siente.


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