domingo, 22 de enero de 2012

Muerte en Venecia

-La belleza... querrás decir tu concepción espiritual de la belleza. Acaso niegas al artista la posibilidad de crear partiendo del espíritu?
-Sí, Gustav, no es precisamente lo que niego.
-Así que según tú, nuestra labor como artistas...
-Labor! Ahí está la cuestión. Crees de verdad que la belleza puede ser producto de una labor?
-Sí, sí, eso creo.
-La belleza nace así, espontáneamente, con absoluto desprecio hacia tu labor o la mía, preexiste a nuestra presunción de artistas.
(...)
Tu gran error, amigo mío, es considerar la vida, la realidad como una limitación.
-Y no lo es? La realidad nos distrae, nos degrada. Sabes lo que opino? A veces pienso que los artistas somos como cazadores agazapados en la oscuridad, que ni siquiera saben cuál es su blanco. No podemos pedirle a la vida que ilumine nuestros objetivos ni que nos indique el camino. La creación de la belleza, de la pureza es producto del espíritu.
-No, Gustav, no. La belleza pertenece a los sentidos. Sólo a los sentidos!
-No puedes acercarte al espíritu... no puedes acercarte al espíritu a través de los sentidos, no es posible! Sólo a través de un completo dominio de sí mismo, de los sentidos puede alcanzarse la sabiduría, al verdad y la dignidad humana.
-Sabiduría? Dignidad humana? Para qué sirven? El genio es un don divino. No, no, no, es una enfermedad divina, una llamada mórbida y pecadora... un abismo insondable.
-Deniego, deniego de las virtudes demoníacas del arte!
-Estás en un error! El mal es una necesidad, es el alimento del genio.
(...)
-Alfred, el arte es la mejor fuente de educación... el artista ha de ser ejemplar, debe ser un modelo de equilibrio y fortaleza, no puede ser ambiguo.
-Pero el arte es ambiguo siempre y la música, la más ambigua de todas las artes. Sí, Gustav, es la ambiguedad hecha ciencia. Espera! Escucha este acorde o este otro... puedes interpretarlo de cualquier manera, tienes frente a ti un sin fin de combinaciones matemáticas imprevistas, inagotables, un paraíso de dobles sentidos en los cuales tú más que nadie eres omnipotente y creas, haces y deshaces.
Muerte en Venecia (Película)
Porque la belleza, Fedón, nótalo bien, sólo la belleza es al mismo tiempo divina y perceptible. Por eso es el camino de lo sensible, el camino que lleva al artista hacia el espíritu. Pero ¿crees tú, amado mío, que podrá alcanzar alguna vez sabiduría y verdadera dignidad humana aquel para quien el camino que lleva al espíritu pasa por los sentidos? ¿O crees más bien (abandono la decisión a tu criterio) que éste es un camino peligroso, un camino de pecado y perdición, que necesariamente lleva al extravío? Porque has de saber que nosotros, los poetas, no podemos andar el camino de la belleza sin que Eros nos acompañe y nos sirva de guía; y que si podemos ser héroes y disciplinados guerreros a nuestro modo, nos parecemos, sin embargo, a las mujeres, pues nuestro ensalzamiento es la pasión, y nuestras ansias han de ser de amor. Tal es nuestra gloria y tal es nuestra vergüenza. ¿Comprendes ahora cómo nosotros, los poetas, no podemos ser ni sabios ni dignos? ¿Comprendes que necesariamente hemos de extraviarnos, que hemos de ser necesariamente concupiscentes y aventureros de los sentidos? La maestría de nuestro estilo es falsa, fingida e insensata; nuestra gloria y estimación, pura farsa; altamente ridícula, la confianza que el pueblo nos otorga. Empresa desatinada y condenable es querer educar por el arte al pueblo y a la juventud. ¿Pues cómo habría de servir para educar a alguien aquel en quien alienta de un modo innato una tendencia natural e incorregible hacia el abismo? Cierto es que quisiéramos negarlo y adquirir una actitud de dignidad; pero, como quiera que procedamos, ese abismo nos atrae. Así, por ejemplo, renegamos del conocimiento libertador, pues el conocimiento, Fedón, carece de severidad y disciplina; es sabio,comprensivo, perdona, no tiene forma ni decoro posibles, simpatiza con el abismo; es ya el mismo abismo. Lo rechazamos, pues, con decisión, y en adelante nuestros esfuerzos se dirigen tan sólo a la belleza; es decir, a la sencillez, a la grandeza y a la nueva disciplina, a la nueva inocencia y a la forma; pero inocencia y forma, Fedón, conduce a la embriaguez y al deseo, dirigen quizás al espíritu noble hacia el espantoso delito del sentimiento que condena como infame su propia severidad estética; lo llevan al abismo, ellos también, lo llevan al abismo. Y nosotros, los poetas, caemos al abismo porque no podemos emprender el vuelo hacia arriba rectamente, sólo podemos extraviarnos.
Muerte en Venecia (libro)

Por fin ayer pude ver una película pendiente de un libro que me gustó en su tiempo y que hace poco he vuelto a leer en los descansos entre clase y clase a fin de refrescarlo después de haber conseguido la película.

A su favor hay que decir que el libro es cortito, normal del gusanillo que se preguntaba sobre cómo lo haría el señor Visconti -seguro que este director le sonará a Gatopardo- para llevar a la pantalla un libro que fácilmente puedes leerte en una tarde algo intensiva y consta básicamente de poco diálogo pero, sobre todo, de la lucha interna, de los pensamientos del protagonista y un sentimiento tan descriptivo, tan sentido...

Es uno de esos casos que no sabrías decir qué es mejor, si la película o el libro. Punto positivo a la pelicula, es cómo consigue darle vida a los pensamientos creando la figura de Alfred en esa disputa entre pasional, el defensor de la belleza y, el oprimido Gustav. No hablemos de la calidad de la película en sí, ni del libro con reseñas o críticas de cine, no era eso de lo que quería hablar hoy sino de este conflicto entre "el espíritu" y "la belleza" concebidos tanto en la película como en el libro.

Dentro de esas dos mentalidades opuestas, qué hay del punto medio, la concepción de "la belleza", de los sentidos como el espíritu hecho carne?

Obsesionados por la moral, por la rectitud, por la ejemplaridad engendra una de las muchas desgracias de los reprimidos... al final esa contención termina desembocando en aburrimiento ahogado que se vierte en su vida diaria -"la mayoría de los problemas que tenemos se deben que vivimos en un mundo de mal cogidos...militares mal cogidos, políticos mal cogidos" (esto no es parte del libro ni la película sino de El Lado oscuro del corazón)-; desenfrenado por la pasión, origina que te muevas en esa fina línea entre la realidad y el precipicio corriendo el peligro de perderte. Sea cual sea la manera de cada cual para llegar al espíritu, lo único que creo es que nunca se puede llegar al alma si eso no sale del alma misma...

Hay una escena muy interesante en la película sobre un concierto... no diré más por si alguien decide verla pero me gustó, me gustó mucho aunque recomendaría leer el libro antes, sólo por cómo presenta de manera gráfica tantos pensamientos del protagonista sin necesidad alguna de una voz en off además de añadirle alguna que otra cosita que no aparece en el libro.

11 comentarios:

Sirgatopardo dijo...

¿Quién es ése tal Visconti?....o como se llame.

Sirgatopardo dijo...

Por cierto, no conozco ninguna película que supere al libro en el cuál está basada.

Unknown dijo...

Luchino Visconti, el director de la película El gatopardo, Noches blancas, La tierra temblaba (al menos esas son las que he visto de él, quedan más pendientes).

No sé si decirte que lo supera pero al menos como alguien que lo ha leído y le ha gustado, no he terminado nada decepcionada; por el contrario. Lo que pasa es que sigue la misma línea, aporta algunas cosas y quita otras, ese es en mi opinión el principal contra de la película -no diré mucho más por si alguien la quiere ver- sólo la personificación de la parte más "pasional" de Gustav -por llamarla así-, y como hace visible los pensamientos, las descripciones del protagonista sin necesidad de una voz en off -que fue algo que al enterarme de la existencia de la película me planteé, cómo hacer de ese libro un film? Algunas cosas las hizo como imaginé otras de manera muy original y lo callado del personaje, fiel al libro porque en realidad Gustav apenas mantiene diálogos con otros personajes, es más bien la lucha interna de sus pensamientos.

Por eso recomendaría leer el libro justo antes de ver la película, simplemente porque aunque haya momentos de silencio la cámara, el entorno siempre se mantiene en movimiento, no te duermes y recuerdas partes, descripciones, cómo se siente; de todas formas, la actuación del actor por la línea de la película.

Sirgatopardo dijo...

Era broma Mademoiselle Andsha, Vd. perdone.

Unknown dijo...

Jajajaja!!! Ay... siempre he sido algo lenta para ese tipo de cosas... (cara de resignación)

Anónimo dijo...

De momento vengo a agradecerte el comentario en mi blog...y me quedo con las palabras que distingo son de tu cantera y no reseñas de la película o del libro: los reprimidos/as deben de romper el cascarón que les impide mostrarse tal como son, como sienten y como piensan,para ser felices....un buen objetivo, vencer es acuestión.
Recibe mi saludo.

Unknown dijo...

A tomar nota se dijo! Gracias por pasarte, que tengas buen día!

Saraiba dijo...

Me fascina esta cinta. Me costó mucho dar el paso para verla pero descubrirla fue una auténtica delicia. Me parece buenísima!

Unknown dijo...

sí, no está para nada mal y raro encontrar una película que no decepcione después de leer el libro

etcétera dijo...

Yo también leí luego vi "Muerte en Venecia",me parece buen orden y si,tanto el libro como la peli-altamente recomendables.

En cuanto a Tadzio,solo se me ocurre una cosa:Ay,Tadzio...

Unknown dijo...

Jajajaja!! Hasta en eso atinó Visconti ^^ La verdad es que el que me sorprendió fue, no me acuerdo su nombre, el moreno "bastante basto" según el libro que a voz de pronto iba muy detrás de Tadzio, bastante guapete.
La última parte de la película... uuff