viernes, 20 de abril de 2012

Resultas el principio consumado de lo incapaz de un sentimiento, de las palabras malheridas tras el punzante y frío filo del declive personificado en la hecatombe de mi cuerpo.

Hecatombe, hecatombe, HECATOMBE! Así se deslizó el río helado de tus palabras por mi espalda... cortante, malhechor, ardiente! Carbonizando mi ser al limite de la ausencia de la piedad pero, por fortuna, sin llegar a un corazón que antes, segundos antes, huyó de sí por la puerta trasera sin dejar una nota de despedida, sólo rastros líquidos de indecisión, de una obertura incompleta, de una sensación de asuntos sin resolver.

La escucho y sería orgullo negar que me recorre las venas como alcohol quemando en la garganta con el fin de ahogar lo que no se puede sino ingerir en chupitos cortantes de afán atragantado, de impotencia inhalada con el vaho pálido de una mente perdida en la devastación.

Desde cuándo el mundo se me ha convertido en un río de emociones? Emociones desintegradas, llenas de vida, llenas de ganas. Se tocan entre sí con desesperación, con intensidad, como intentando huir de una habitación aterida en la inconsistencia del frío en las horas en las que les vienes y vuelves a revolver todo, unas con la posibilidad de sentir tu lengua acariciando palabras indecentemente dulces y otras con ganas de dar las gracias por no haberte vivido, no haberte ahuyentado y haber huido.

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