domingo, 28 de febrero de 2010

"Lo que tras el horizonte hay..."


Foto: Playa del Barrio Abajo Ciénaga Magdalena, Colombia


Descalza, despeinada y sudorosa después de una jornada al Sol vendiendo pescado miraba el mar con su mirada absorta soñando con descubrir lo que habría más allá del horizonte, ¿qué habría? ¿será mejor de la pura realidad que tengo que pasar cada día?

Buscando quizás un escape de esa dura vida que le había tocado de nacimiento: una vida de carencias, una vida llena de nada más sino de sueños y de un conformismo que ella no aceptaba por mucho que a su alrededor la única manera de salir de ese mundo de limitaciones fuera casarse con un hombre para desprenderse de esa soga que tanto le ahogaba.

Sí, todas sus hermanas no hacían más que casarse y tener hijos a temprana edad pero ella soñaba con ir a la universidad, seguir estudiando, alcanzar un futuro mejor.

Cásate y busca un marido que te mantenga.¿era ese el proyecto, era ese su futuro? ¿Era cierto lo que sus madre le gritaba cuando se enfadaba con ella? Una madre fría, una madre que no decía te quiero, no tenía el gesto de un abrazo con sus hijos.

¡No! ¡no lo aceptaría, no se resignaría! estudiaría porque valía para eso.

Era la mejor estudiante de su promoción y se esforzaba por coger las horas de sueño después de colaborar con la venta de pescado de la familia... sabía que podía, sabía que llegaría a ese lugar al otro lado del mar, al otro lado del horizonte al que tanto soñaba con visitar, con adentrarse en su cultura, en sus páramos llenos de saber y de pura historia viva... Europa, Venecia... ¡Oh, Venecia, la ciudad de sus sueños!

Desgraciadamente cuando despertaba, no se encontraba con más que una casa repleta de gente por mucho que la mayoría de sus hermanos se hubieran ido sólo quedaban los que no se habían independizado.

¿Ella? Ella sería la última en dejar ese lugar por ser la menor, pero si tuviera la oportunidad de salir de ese barrio en el que la máxima aspiración es trabajar y ganar el dinero suficiente para sobrevivir, donde la máxima aspiración es beberse el dinero antes que invertirlo en el progreso de sus hijos...

Cuánto odiaba esa filosofía de vida... pero el soñar no era permitido porque a golpes te devolvían a la tierra, a golpes te devolvían a la realidad de un proyecto de vida donde el tener las tres comidas al día no era algo normal sino un privilegio.

Cada mañana levantarse temprano para ayudar con la limpieza de la casa; después ir al colegio e intentar estar despierta en las clases que tanto adoraba y tanto disfrutaba; finalmente después del colegio ir a vender pescado para ayudar con la economía de la casa hasta altas horas donde tenía que hacer sus trabajos y deberes para esperar al día siguiente y hacer lo mismo una y otra y otra vez.

¡Algún día, algún día saldría y viviría!, ¡algún día demostraría que su vida no se estancaría en el Barrio de abajo de Ciénaga, un pueblecito pesquero a orillas del río Magdalena...!, ¡Lucharía por darle a sus hijos un mejor futuro, lucharía por mejorar!

Y sí, algún día conseguiría llegar a descubrir lo que al otro lado del mar, al otro lado del horizonte hay...
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Porque sin ella no estaría aquí, porque sin ella yo no existiría, porque sin ella simplemente no valoraría cada una de las oportunidades que me ofrece la vida... y nunca, nunca renegar de los orígenes sino estar orgullosa de lo mucho progresado y lo que queda por progresar.

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