miércoles, 19 de mayo de 2010

"¡Ay de mí...!"


Romeo Y Julieta (Acto II escena II)

ROMEO avanza, y JULIETA entra arriba.

ROMEO
Se burla de cicatrices el que jamás sintió una herida. ¡Pero un momento! ¿Qué luz atraviesa aquella ventana? ¡Es el Este, y el sol es Julieta! ¡Sal, bello sol, y mata a la envidiosa luna, que ya está pálida y enferma de tristeza porque tú, su doncella, eres mucho más bella. No seas su doncella si te tiene envidia.¡Es mi señora, es mi amor! ¡Ojalá ella lo supiera! Habla sin decir nada.

¡Mira como apoya la mejilla en la mano! ¡O, si yo fuera un guante de esa mano para tocar esa mejilla!

JULIETA
¡Ay de mí!

ROMEO
¡Habla! ¡Oh, habla de nuevo, ángel resplandeciente...

JULIETA
¡O, Romeo, Romeo! ¿Dónde estás, Romeo? ¡Reniega de tu padre y rechaza tu nombre! O, si no quieres hacerlo, acepta mi juramento de amor y yo dejaré de ser capuleto.

ROMEO
¿Sigo escuchando o le digo algo?

JULIETA
Sólo tu nombre es mi enemigo. Tú eres tu mismo, no un montesco. ¿Qué es montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni cara, ni ninguna parte de un hombre. ¡O, ten otro nombre! ¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, con cualquier otra palabra tendría el mismo dulce olor. Y también Romeo, aunque no se llamara Romeo, retendría esa querida perfección que ya posee sin ese título. ¡Romeo, despójate de tu nombre, y a cambio de ese nombre, que no es parte de ti, tómame toda a mi!

ROMEO
¡Te tomo la palabra! ¡Llámame amor y de nuevo se me habrá bautizado! ¡Desde ahora nunca más seré Romeo!

JULIETA
¿Quién eres tú que, encubierto por la noche, se topa con mis pensamientos?

ROMEO
Con un nombre no sé decirte quien soy. Mi nombre, querida santa, me es odioso porque es tu enemigo. Si lo llevara escrito lo rompería en mil pedazos.

JULIETA
Mis oídos aún no han bebido cien palabras de tu lengua y ya conozco el sonido. ¿No eres Romeo, el montesco?

ROMEO
Ni uno ni otro, dulce doncella, si ninguno te gusta.

JULIETA
¿Cómo has llegado aquí? ¡Dime! ¿Y de dónde? Los muros del huerto son altos y difíciles de saltar, y este lugar es la muerte, siendo quien eres, si alguno de mi familia te encuentra aquí...

ROMEO
El amor todo lo puede y a todo se atreve. Por tanto, tu familia no es obstáculo para mi.

JULIETA
Si te ven te matarán.

ROMEO
¡Ay! Más peligro tienen tus ojos que veinte de sus espadas.

JULIETA
Por nada del mundo quiero que te vean aquí

ROMEO
El manto de la noche me oculta de sus ojos. ¡Pero si no me amas, que me encuentren aquí! Mejor para mi vida que su odio le ponga fin, que prolongar mi muerte porque me falte tu amor.

JULIETA
¿Quién te ha dirigido hasta este lugar?

ROMEO
El amor.

JULIETA
Lo que me has oído decir esta noche quisiera, por decoro, negar haberlo dicho. ¡Pero adiós, formalidad! ¿Me amas? Sé que dirás que sí, y yo te tomaré la palabra. Pero incluso si lo juraras, podría resultar falso. Dicen que Júpiter se ríe de los juramentos de los amantes. ¡O, gentil Romeo, si me amas, dímelo de verdad! ¡O si opinas que soy una conquista fácil, frunciré el ceño, me enfadaré y a ti te diré que sí para que me cortejes, pero no al resto del mundo! La verdad, dulce montesco, es que estoy embelesada y, por tanto, quizás creas que mi actitud es liviana. Mas confía en mí, caballero; demostraré ser más sincera que las que tienen la habilidad de ser distantes. Tendría que haberme mostrado más distante, lo admito, pero tú has oído, sin que yo fuera consciente, mi pasión de amor sincero.

ROMEO
Señora, os juro por esa bendita luna..

JULIETA
¡O, no jures por la luna, la inconstante luna, que cada mes cambia en su órbita
circular, salvo que tu amor sea así de variable!

ROMEO
¿Y por qué puedo jurar?

JULIETA
¡No jures! Y si has de hacerlo, jura por tu divina persona, que es el dios de mi idolatría, y yo te creeré.

ROMEO
Si el bello amor de mi corazón...

JULIETA
Bien, no jures. Aunque gozo con tu presencia, no me produce ningún gozo el compromiso de esta noche. Es muy brusco, improvisado, súbito, como un relámpago que desaparece antes de poder decir “¡Qué luz!” Mi dulce, buenas noches.

ROMEO
¿Me vas a dejar así de insatisfecho?

JULIETA
¿Qué satisfacción podrías tener esta noche?

ROMEO
Nuestro intercambio de juramentos de amor fiel.

JULIETA
Yo te di el mío antes de que lo pidieras. Pero ojalá lo tuviera para poder darlo de nuevo.

ROMEO
¿Retiras tu juramento? ¿Por qué motivo, amor?

JULIETA
Para ser generosa y dártelo de nuevo, lo que más quiero de todo lo que tengo.
(La nodriza la llama desde dentro.)
Oigo un ruido dentro. Querido amor, adiós. ¡Ya voy, buena nodriza! Dulce montesco, sé sincero. Espera un poco y vuelvo.
(Sale.)

ROMEO
¡O, bendita, bendita noche! Temo que, al ser de noche, todo sea un sueño.



Ya es muy de noche, ¿por qué será que a estas horas viene la inspiración y no te deja dormir? No puedo dejar de pensar en volver a ver Shakespeare in love, la verdad es que necesito volver a verla porque al recordarla en estos días me he dado cuenta que me gustó hace años cuando la vi en el cine, me encantó hace años cuando la vi en VHS y me enamoró cuando la vi en DvD que por desgracia no era mío...

Afortunadamente quedan 7 horas para tenerla conmigo y volver a recordar ese sentimiento que me produjo la primera vez.

Sin duda me gusta más la escena de la muerte pero este monólogo es también parte de esa obra de arte... Me temo que no puedo dejar de estar leyendo en estos días ya que he terminado Romeo y Julieta y proseguiré con Otelo cuando el tiempo me lo permita.

Nada más anhela el alma de quien escribe -aunque sea por mero hobbie- que alimentarse de la materia que hace que las venas de su cuerpo se inflamen con puros pálpitos; nada desea más que Erato (musa de la poesía) se pose sobre su hombro y susurre a sus oídos los mejores versos que alguna vez ha escrito...

Y es que el ansia de poder respirar eso que de sólo pensarlo le pone la piel de gallina es lo que hace que el sufrir sea parte de ese placer no tan sano como pudiese desear. Porque como dice en la película:

Pretendo que haya poesía en mi vida, y aventura, y amor. No la artística impostura del amor, sino el amor que es capaz de derrumbar la vida, impetuoso, ingobernable como un ciclón en el corazón ante el que nada se puede, ya te arruine o te embelese. Yo debo sentir ese amor.


En esa parte está Viola hablando por mi alma, está Viola recitando lo mismo que ella porque es lo que me pide, es lo que necesita como necesitamos de oxígeno para respirar, de agua para calmar la sed, de alimentos para poder seguir viviendo... eso necesita mi alma, eso es lo que clama porque desvaría sólo plasmándolo en un papel, sólo planteándoselo.

Pero es una lucha entre otra parte de mi ser que se siente afligido por esa necesidad, asustado ante la idea de que nunca podrá, temeroso por entregar todo aquello por lo que también lucha y por lo que ama por encima de todo que es el ente que auna consigo el amor por la libertad y el amor por el amor.

Será la hora a la que escribo o será que duermo y no soy consciente de ello? Sólo mi alma está tras estas palabras, sólo mi corazón es el que actúa y no mi razón. Arriesgado sería seguir escribiendo porque no sé qué saldrá de aquí pero no tengo miedo porque aunque ahora mismo sea mi corazón no es un tonto que se deje mangonear ni engañar por el impulso de soltarlo.

Tres de la mañana y siento como si no pudiera dormir sólo por el hecho de escribir, de aprovechar este letargo de inspiración que me sume en la vigilia de una noche de insomnio que hace tiempo que no es protagonista.

Hoy es diferente a las demás, hoy no es llanto ni ese grito ahogado de mi pecho el protagonista; hoy es la esperanza, la esperanza que me guía por mi no calculada vida deseando unos labios, unos ojos, un rostro cuyo aspecto puedo desconocer -o conocer- pero que tienen a mi alma en vilo con sólo sentir que está tan cerca pero tan lejos.

Pero, ¿cómo identificarlo cuando lo sienta?, ¿cómo saber qué es si nunca lo he sentido? Puede que un vestigio que fue fulminado por la llama del dolor y que no fue demasiado tiempo como para que mi ser se derrumbara completamente en ello pero mi orgullo me impide admitir que alguna vez lo haya hecho...

"¡Ay, de mí!" Dice Julieta, y "¡Ay de mí!" digo yo.

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