domingo, 7 de noviembre de 2010

"Hermano mío, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes en común
con nadie. Ciertamente, tú quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres tirarle
de la oreja y divertirte con ella.

¡Y he aquí que tienes su nombre en común con el pueblo y que, con tu virtud, te has
convertido en pueblo y en rebaño! Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es
aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de
mis entrañas».

Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes que hablar
de ella, no te avergüences de balbucear al hacerlo.
Habla y balbucea así: «Éste es mi bien, esto es lo que yo amo, así me agrada del todo,
únicamente así quiero yo el bien. No lo quiero como ley de un Dios, no lo quiero como
precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí una guía hacia super-tierras y hacia
paraísos.
Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia, y lo que menos hay
es la razón de todos.
Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho,
- ahora incuba en mí sus áureos huevos.»
Así debes balbucir y alabar tu virtud.
En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que
tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en
tus virtudes y alegrías.
Y aunque fueses de la estirpe de los coléricos o de la de los lujuriosos, o de los fanáticos
de su fe o de los vengativos:
Al final todas tus pasiones se convirtieron en virtudes y todos tus demonios en ángeles.
En otro tiempo tenías perros salvajes en tu mazmorra: pero al final se transformaron en
pájaros y en amables cantoras.
De tus venenos has extraído tu bálsamo, has ordeñado a tu vaca Tribulación, - ahora
bebes la dulce leche de sus ubres. Y ninguna cosa malvada surgirá ya de ti en el futuro, a
no ser el mal que surja de la lucha de tus virtudes.
Hermano mío, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada más que una: así atraviesas
con mayor ligereza el puente.
Es una distinción tener muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y más de uno se fue
al desierto y se mató porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de virtudes.
Hermano mío, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesarios
son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes.
Mira cómo cada una de tus virtudes codicia lo más alto de todo: quiere tu espíritu íntegro,
para que éste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la cólera, en el odio y en el
amor.
Celosa está cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. También las virtudes
pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el
aguijón envenenado, igual que el escorpión.
Ay, hermano mío, no has visto nunca todavía a una virtud calumniarse y acuchillarse a
sí misma?
El hombre es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus virtudes, -
pues perecerás a causa de ellas.
Así habló Zaratustra.
"

No hay comentarios: