viernes, 15 de julio de 2011

Fauna piscinesca

Si es que en estos días donde la gente aprovecha para tomar un dos en uno en sol y playa, los que volvemos a casa después de un año en ciudades que en verano están a reventar y de normal no es así, acostumbrados a este ambiente -que sí, no os lo niego, me gusta pero aburre a la vez aunque es a lo que te has habituado-, aprovechamos para matar neuronas no mediante litros de alcohol, sexo y Rock n Roll sino simplemente estudiando a los que hemos sido apresados por una sauna de calor y concluimos que la mejor manera de matarlo era ir al hábitat del que os voy a hablar a continuación, una piscina municipal.

En una piscina municipal y más un viernes a la mañana que está más bien vacía te puedes encontrar con mil y una especies diferentes de las que poder hablar pero como la capacidad de observación y comunicación de una persona es tan limitada como su capacidad de aprendizaje que va deteriorándose con los años intentaré resumir aquí en tercera persona aquellos que más me llamaron la atención.

Después de varios meses sin practicar un deporte, tienes cierto miedo a las palabras "me llevo la pelota para que echemos unas canastas" -dichas por la misma boca de quién tiene dicho miedo, nada mejor que enfrentarse a ellos- a una amiga (vaya si amiga, hasta ahora esas que llevan contigo toda la vida) y excompañera de equipo que sigue en activo pero que aun llevando menos meses sin darle fuerte a dicho deporte, sigue jugando...

Así que ahí estaban... dos carcamales emperifollándose sus zapatillas con la ropa que en otro tiempo vio la gloria de jóvenes mozuelas que jugaban con la sonrisa en la cara un deporte que a medida que pasan los años se va dejando a un segundo plano... pero para sorpresa de las mismas -y más de la que llevaba más tiempo "sin tocar balón"- después de unos minutos de tiros que ni tocaban tablero pero de calculada y meditada técnica, como antaño, fueron dándose cuenta que su forma física sí había bajado pero no la muñeca, el bote, los triples y, sorprendentemente, las bombitas que ni soñando pensaba que le saldrían (xapuote, así la voy a llamar, que en breves se unirá a este mundillo de blogger -por fin!- demostró el aceite que tiene esa muñeca zurda... para la próxima nos dejaremos de tiritos y vamos a lo bueno, como el año pasado).

No evitaron observar lo que se encontraban alrededor... era como el reino animal hecho en humanos, ¿por qué? Porque tenían a los señores -con mayúsculas- que en un tiempo se veía que eran grandes deportistas y que aun con los años, las canas y las arrugas de sus fornidos cuerpos ahora algo afectados por el paso del tiempo, aún seguía siéndolo pero que como dice mi sabia matriarca "mija, todo se cae con los años"... éstos estaban jugando al tenis con una fuerza que ni las dos hembras en edad adulta incipiente pero que parecían más bien adolescentes engalanadas con los mejores materiales para mujeres (zapatillas, pantalones cortos o faldas, gran saco de pelotas de tenis y unas raquetas de doscientos y pico euros -lo sé porque el otro día estuve viendo tanto eso como zapatillas...) se limitaban a situarse a tres pasos de la red cada una y pasarse los balones con la fuerza de un chimpancé borracho unida a la emulación de las risas de una en celo.

También, ya cerca de las canastas, estaban los ancianos... esos que se mantienen en forma andando a pleno sol pero que estaban más bien sentados observando, se levantaban, daban una vuelta y volvían a pararse. Admirable el hecho de seguir teniendo esas ganas con la edad.

Ya después de traspiés por detrás, canastas a aro pasado, alguna dejadilla de muñeca casi a la altura del tiro libre, triples y ronda de entradas, canastas a media y corta distancia, y ya desvaríos de dos locas amantes de este deporte emocionadas porque las cosas salían sin esperárselo... decidieron parar para un chapuzón y, aunque no quieran admitirlo, porque el cuerpo no daba para más.

Allí habían más y dispersos por el césped desde lo fresca del agua de la piscina que milagrosamente cuando pasabas cerca de un niño e incluso adulto y se tornaba a cálida, los niños aprendiendo a nadar con una monitora pelirroja pero que como sabían que sus padres estaban delante, fríos y calculadores de ellos lloraban y se quejaban para dejar de hacer los ejercicios; cómo olvidarme del niño al que parece que le hubiesen atacado una jauría de typex asesinos, un señor de gafas con mirada asesina, las señoras de la tercera edad con los pechos al aire, madres de familia que se llevan el "tupper" algo obsesas con la crema protectora, los que en vez del sol toman la sombra, el niño regordete que corre por la piscina y se intenta tirar de cabeza pero se da muy fuerte en la tripa, jóvenes con mirada fija que cuidan su cuerpo y se contonean a las hembras jóvenes haciendo danzas de apareamiento ante su mirada indiferente, las que no se meten al agua sino que se bañan en aceite y toman el sol con gafas "fashion" y gesto altivo, abuelas que se ponen periódicos u objetos varios para que no se les queme el pelo pero que quieren ponerse morenas -algo falla en ésta su teoría-, el "madurote sexy", el que se cree la última cocacola del desierto pero no llega a grano de arena o el que es cocacola del desierto y no lo sabe, "los chulos de la piscina", "socorristas cachondos" (aquí, para ellos, se incluyen también señoritas) y cómo olvidarnos del observador... ese que se sienta en un sitio estratégico con los brazos cruzados y nos tiene calados a todos cual agente de policía secreta.

Así que la próxima vez que vayan a la piscina un día que esté más bien vacía observen exhaustivamente a cada uno de estos especímenes porque aun siendo un hábitat común se concentran y no sólo están entre nosotros sino que somos uno de ellos...

Me gustaría concluir con otro grupo que creo que algún día haré en facebook junto a los otros... calvas que se ponen morenas con los señores a los que acompañan o señores morenos con calva protegida por una gorra que al meterse a la piscina y quitársela forma un plano paralelo a su cuerpo negro. 

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